Hace muchos años que digo en mis cursos de formación que un almacén de distribución farmacéutica, ya sea una sociedad mercantil de capital exclusivamente farmacéutico, ya sea una cooperativa, no es una entidad financiera, no está bajo el control y la supervisión del Banco de España, como tampoco lo estaban las sociedades filatélicas, ni están bajo el paraguas seguro del Fondo de Garantía de Depósitos, que asegura hasta 100.000€ por cuenta y titular.
¿Y por qué recuerdo ahora, lo que suelo comentar con mis alumnos en mis cursos? Porque un almacén de distribución farmacéutica, con más de 1500 farmacias clientes y/o socios ha enviado un Comunicado de su Consejo de Administración en el que reconoce: “la coyuntura económica que atraviesa la empresa, que está impidiendo que la misma cumpla con sus obligaciones para con terceros y fundamentalmente con sus propios socios y clientes”.
Dicho de otra forma, los clientes y socios, a los que se han ido abonando descuentos en unas cuentas en ninguna entidad financiera sino del propio almacén, y otros que tenían cantidades invertidas con compromiso de remuneración y fecha de devolución, no están pudiendo recuperar su dinero y la posibilidad de una pérdida total asoma cuando, ante las demandas de información por parte de socios y clientes, en reuniones reducidas, se les ha informado verbalmente que se ha presentado un preconcurso de acreedores y que si no se aprueba un plan de viabilidad que se está preparando, el concurso pasará a necesario, en el próximo mes de diciembre.
Cuando algún cliente me pregunta por mantener inversiones en estas entidades siempre el motivo que se aduce es: “es que es en el único sitio que me dan algo por mi dinero”, a lo que mi respuesta, inexorablemente es siempre la misma: “¿y no te has preguntado por qué te dan más por tu dinero de lo que te da una inversión financiera?”. La respuesta es sencilla y de primero de primaria de inversiones, la rentabilidad es sólo la mitad de lo que hay que valorar a la hora de decidirse por una inversión, la otra mitad es el riesgo.
Invertir en una única empresa, pongamos algo muy habitual, por ejemplo, acciones de telefónica, es más arriesgado que invertir en un fondo de acciones que tenga participaciones de todas las empresas del IBEX35 por poner un ejemplo, y esto último es más arriesgado que invertir en un bono del tesoro alemán, por ejemplo, por eso “a mayor rentabilidad mayor riesgo”.
Que un socio de este almacén pierda el dinero que invirtió hace muchos años en el capital de esta empresa, forma parte del riesgo habitual de quien invierte en una empresa, pero que utilices esa empresa como un sustituto de una gestora de inversiones y la valores por su rentabilidad sin tener en cuenta el riesgo que asumes es un error total.
Si además resulta que los gestores de dicha empresa no lo hacen de la forma diligente que sería menester, no operan con total transparencia antes sus socios y estos, por desconocimiento o por desidia, no controlan suficientemente a esos gestores, la combinación tiene muchas papeletas de terminar mal.
La distribución farmacéutica necesita capital, necesita inversiones para competir con grandes actores de la distribución que quieren coger su parte de pastel entrando al sector y esas inversiones las tienen que hacer los farmacéuticos, pero en forma de capital, no tratando a sus socios como inversores, cuando no están siendo conscientes de los riesgos que asumen. Si para invertir en una entidad financiera lo primero que impone la ley es un test para conocer el perfil del riesgo del inversor y no sé permite a determinados perfiles venderle determinados activos, por qué hay inversores en este almacén con cientos de miles de euros invertidos, con perfiles de inversor conservador y aversión al riesgo, que han invertido en uno de los activos más arriesgados que puede haber sin siquiera haber sido informados. No sé porqué esto me recuerda a los sellos, pero en versión farmacéutica.
Juan Jesús Sánchez Velázquez
Director Audifarma