La alarma me saltó muy rápido, el mismo mes de noviembre, alguien muy cercano me lo anunció: “la Generalitat Valenciana ha hecho cambios en el software de receta electrónica y nos está bajando de forma significativa el número de recetas”.
Confieso mi perplejidad inicial y por qué no decirlo, cierta incredulidad; el mismo número de pacientes con los mismos tratamientos, la mayor parte de ellos crónicos, no pueden estar consumiendo menos medicamentos por el simple hecho de que haya habido cambios en su receta electrónica.
¿En qué consistían esos cambios realmente? Quiero más información y se me explica que el cambio supone que a partir de noviembre se han borrado de repente todas las fechas de dispensación y que en adelante ya no habrá un calendario de dispensaciones, que las recetas no tendrán una fecha de caducidad durante la duración del tratamiento como hasta entonces lo que, según la Consellería “aumentará la eficiencia del servicio, favorecerá la autonomía del paciente y mejorará la experiencia de los usuarios con la prescripción de medicamentos”. Los cambios dotarían de mayor autonomía a pacientes, descongestionarían los centros de salud al no tener que volver los pacientes a por una nueva receta y se “corresponsabiliza a los usuarios en materia de farmacia, lo que favorece y facilita el acceso a los medicamentos”. Frente a la teoría, lo cierto es que los pacientes no fueron informados, acudían a por sus tratamientos, el sistema no les permitía retirar la medicación y eso obligaba a los pacientes a volver al centro de salud para que se les corrigieran las fechas.
Un par de meses después de esta iniciativa las señales de alarma han seguido llegándome y muchos de nuestros clientes nos dicen que les ha bajado el número de recetas.
Indago para tratar de confirmar empíricamente esa percepción bastante generalizada y encuentro que es totalmente cierto. La página web del Ministerio de Sanidad y Consumo ofrece los datos de ese mes de número de recetas.
La conclusión es clara, donde el número de recetas ese mes ha crecido de media a nivel nacional un 1,55%, en la Comunidad Valenciana ha disminuido un 5’22%, es decir ¡una diferencia de 6’77 puntos respecto a la media nacional.
Veo por los datos de HMR que no solamente en noviembre ha disminuido el consumo en la Comunidad Valenciana sino también en diciembre y en enero, la misma página del Ministerio de Sanidad corrobora en diciembre una bajada de nuevo superior a 6 puntos en el número de recetas. Los datos de HMR dicen que en esos meses la comunidad que más ha disminuido su gasto es la valenciana.
Luego los cambios anunciados han traído una disminución importante del consumo de medicamentos por parte de los pacientes al menos en el primer trimestre desde la medida tomada, lo que es mucho tiempo para algo coyuntural.
Una vez corroborados los datos viene el momento de hacernos las preguntas sobre si la medida perseguía lo que la Consellería ha dicho o únicamente una reducción del gasto/consumo. ¿Gastar menos es aumentar la eficiencia del servicio?, dicho de otro modo, si el médico ha recetado el medicamento que el paciente necesita y el nuevo sistema reduce la adherencia al mismo por parte del usuario, ¿deberíamos de volver al sistema anterior? ¿Qué necesitan más los pacientes, que se les corresponsabilice o que se les agenden los tratamientos y la farmacia pueda tutelar si el enfermo está o no tomando el tratamiento?
Creo que el nuevo sistema, siendo un sistema más moderno y cuyas ventajas “sobre el papel” son claras, se enfrenta a la realidad de cómo son los enfermos y qué es lo que necesitan.
Las noticias de esos días anunciaban que en la App+Salut de la Consellería de Sanitat desparecía la opción calendario que recordaba a los pacientes las fechas en las que tenían que acudir a la farmacia a por el tratamiento y se sustituía por la de dispensaciones.
No veo a la mayoría de los pacientes de la farmacia, muchos de ellos mayores, en su mayoría crónicos, a veces con problemas para organizarse la medicación y poco preparados con las nuevas tecnologías, entrando en la nueva App+Salut. A ello añadimos los problemas constantes que se están teniendo con los desabastecimientos que cambia constantemente nombres y tipos de cajas de medicamentos añadiendo confusión al paciente.
Si no cumplen con el tratamiento, reducen su consumo y como han consumido menos no les hace falta nueva medicación pues no acuden a por ella hasta que se les termina, cómo descubrimos que eso está ocurriendo, cómo nos damos cuenta que el paciente está perdiendo adherencia al tratamiento que es el objetivo importante.
Me preguntan algunos clientes qué se puede hacer para ayudar a nuestros pacientes. Sólo se me ocurren dos medidas:
- La informática de la farmacia tiene la posibilidad de facilitarnos cuándo correspondería la nueva retirada del medicamento por parte del paciente, por lo que deberíamos de tomar ese protagonismo desde la farmacia para con nuestros pacientes.
- Aquellas otras medidas y aquellos otros productos, aunque no estén financiados mediante una receta, que complementen el tratamiento prescrito por el médico y ayuden al paciente a mejorar su problema de salud deben de ser recomendados por el farmacéutico al paciente.